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Cómo preparar un biberón a tu recién nacido

Aunque preparar un biberón es bastante sencillo, es necesario que se prepare con unas normas de higiene y unas pautas que los padres deberán seguir.

preparar un biberón

Como el sistema inmunológico del bebé aún es muy inmaduro debemos tomar mucha precaución con la higiene a la hora de preparar un biberón.

A continuación te explicamos paso a paso cómo preparar un biberón a tu bebé en las mejores condiciones higiénicas y con las cantidades adecuadas.

  1. Lávate las manos con agua y jabón concienzudamente.

Esta medida higiénica es obligatoria e importante para evitar infecciones en el bebé. Asegúrate de lavar también las uñas y los espacios entre los dedos.

  1. Esteriliza los utensilios para preparar el biberón

Antes de utilizarlos por primera vez, esteriliza biberón, tetina y todos los componentes a utilizar.

Es muy sencillo, para ello, llena un cazo con bastante agua, introduce el biberón y todos los utensilios y llévalo a ebullición. Deja que hierva al menos 5 minutos. Al acabar saca los componentes y déjalos escurrir sobre una superficie adecuada o un papel. No los dejes escurrir ni los seques con un paño.

Tras la primera esterilización, el resto de lavados pueden hacerse con agua de grifo y jabón o en el lavaplatos. Siempre déjalos escurrir y nunca los seques con un paño.

También puedes realizar la esterilización en un electrodoméstico diseñado especialmente para ello. Algunos calienta biberones cuentan también con función de esterilización.

  1. Sigue al pie de la letra las indicaciones del envase siempre que vayas a preparar un biberón

La cantidad del biberón del bebé irá variando según la edad, el peso y de su apetito. No hay una regla escrita. Te recomendamos alimentarlo cuando notes que tiene hambre y ofrecerle hasta que esté saciado. Sin forzarlo a tomar más ni sin dejarlo con hambre. Si se lo acaba todo y crees que se ha quedado con hambre, puedes preparar un poco más. Verás que poco a poco le irás cogiendo el truco a la cantidad a preparar.

Es muy importante medir bien la cantidad de leche de fórmula que se utiliza en proporción al agua. Nunca debes cambiar la cantidad indicada en el envase. Utiliza siempre el cazo medidor que venía dentro del envase. 

Si echas demasiada leche en polvo el bebé recibirá un exceso de grasas, proteínas y minerales que pueden hacer sentir mal al bebé con cólicos y diarreas y causar obesidad. En cambio si utilizas demasiada poca leche en polvo, al bebé le llegarían menos nutrientes y corremos el riesgo de que no sea suficientemente alimentado. 

  1. Echa el agua dentro del biberón

A la hora de preparar un biberón es importante introducir primero el agua para saber cuánta estamos introduciendo dentro, para ello debes fijarte en el medidor que hay en el propio biberón. Si echaras primero la leche en polvo después no sería posible medir bien la cantidad de agua.

Para calentar el agua puedes colocarla en un cazo al fuego sin que llegue a hervir. O colocar el biberón dentro de agua caliente (al baño María). También puedes calentar el agua del biberón colocando el biberón bajo el grifo del agua caliente. 

Te recomendamos utilizar agua embotellada de mineralización débil. El agua del grifo en algunas zonas no es adecuada, consulta antes de usarla.

  1. Incorpora la leche en polvo

Llena los cacitos medidores (el que viene en el propio envase) con la leche en polvo e incorpóralos al biberón. Los cacitos deben quedar rasos, sin comprimir el polvo. Puedes ayudarte de un cuchillo para dejarlos rasos o con el accesorio que suele venir dentro del envase.

El agua la puedes tener caliente de antes, sobretodo a la noche puedes dejarla en un termo y así es más rápido preparar un biberón, pero una vez mezclada con la leche no. La mezcla debe hacerse en el momento que vayas a alimentar al bebé. No dejes el biberón con la leche ya preparada durante horas ya que de esta forma la leche podría contaminarse.

  1. Agita bien el biberón

Asegúrate de agitar bien para que la mezcla de polvos de leche y agua quede bien mezclada y sin grumos.

  1. Comprueba la temperatura de la leche

Lo ideal es que la leche del biberón esté entre 35 y 37 grados, aunque no pasa nada si esta un poco menos. De hecho hay bebés que la prefieren a temperatura ambiente. En todo caso, asegúrate de que nunca esté demasiado caliente para que tu bebé no se queme. 

La forma más sencilla de comprobar que no quema es echarte unas gotas de leche en tu muñeca o en tu mano para notar la temperatura. La leche debes notarla templada, nunca caliente. Más o menos la misma temperatura que tu saliva.

Si quema puedes colocar el biberón bajo el grifo de agua fría o sumergiéndolo un rato en agua fría o con hielo hasta alcanzar la temperatura ideal.

  1. Tira la leche sobrante

Una vez el bebé ha terminado de tomarse el biberón, tira la leche sobrante, no la guardes nunca. La leche caliente puede contaminarse de gérmenes y microbios, y aún con más facilidad si el biberón ha estado en contacto con la saliva del bebé. No vale la pena correr riesgos por unos mililitros de leche.


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